“ … Ella nunca quiso matar, sólo se defendía pero el olor de la sangre encendió su corazón y lo hizo palpitar como nunca. Desde entonces no desea otra cosa que limpiar a su paso las calles de ratas traidoras, violadoras, rastreras, miserables... Vierte su caliente sangre y la deja correr hasta la última gota. Ahora ya no recuerda su nombre, sino el nombre impuesto por la sociedad que intenta cazarla : “ La Dama Sangrienta “ .

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